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Fariseísmo

Vamos por la vida sin prestar atención a los mensajes de lo que “no es correcto decir”. El problema es que quien no presta oídos a la crítica termina siempre por tener la razón.

La noche de Navidad la televisión nacional exhibió un programa especial. Músicos y artistas compartieron el escenario en un ambiente festivo, emotivo y fraterno. De pronto todo cambió. Los productores decidieron incluir en el programa entrevistas a Refugiados provenientes de Ucrania.

Las personas entrevistadas relataban las tristes situaciones que las habían llevado a abandonar su país, las personas que habían dejado atrás y agradecían calurosamente el apoyo y la solidaridad mostrada por las personas en cuidades y pequeños pueblos a lo largo del país. Un gran aplauso cerró este emotivo momento y como se dice “the show must go on”.

Mientras volvían al escenario los cantantes country navideños y el fuego brillaba en el estudio, yo me preguntaba si acaso yo había escuchado todo lo que esas personas habían dicho. Porque si bien era verdad que ellas estaban agradecidas del apoyo que habían recibido, esa no podía ser toda la verdad.

¿Por qué?

Porque, como decía el bueno de Alceo de Mitilene, la verdad no anda cerca cuando uno no oye lo que no quiere oír.

¿Qué paso entonces con la errática actuación del gobierno?, ¿Con la crisis de arriendos producida por la avaricia de arrendatarios?, ¿Qué sucede con las personas que están pasando esta navidad sin saber si serán transferidos a otros centros o a aislados pueblos rurales?, ¿Qué pasa con el creciente ambiente de hostilidad con que algunas comunidades han recibido a los refugiados?

Sucede que ninguna de estas cosas puede ser dicha abiertamente. Como en otras cosas en la vida el sentido común se impone antes de abrir la boca: ¿Quién mira los dientes al caballo regalado?, ¿Quién muerde la mano que le da de comer?

Yo pienso que genuinamente todas y cada una de las personas de Ucrania que hablaron esa noche se sentía agradecida del país que los acogió y les brindo protección. Pero también pienso que esa no es toda la verdad y ese es el problema.

El problema es que cuando hacemos lo que hay que hacer sin escuchar la crítica, -como lo sabe cualquier padre o madre de un adolescente-, caemos en un conformismo que nos lleva a la pasividad. He aquí que nuestros problemas no descansan, sino que se acrecientan mientras nosotros nos tomamos un descanso de ellos.

Esto es lo que sucede con la situación de los refugiados en Irlanda. No podemos pasar por alto que existen serias falencias en la forma en que el gobierno, las comunidades y cada uno de nosotros ha enfrentado esta situación “sin precedentes”.

No podemos caer en la tentación del “fariseísmo” y hacer oídos sordos a la posibilidades de hacer las cosas mejor para nosotros, más honestas escuchando la crítica, pero por sobre todo para estas personas que necesitan lo mejor de nosotros porque al final del día nosotros somos seres humanos iguales a ellos.

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