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Nietos y abuelos unidos jamás serán vencidos

Ángel Marroquín

Una de las menos atendidas consecuencias del avance de la tecnología en nuestras vidas es que  la distancia entre las nuevas generaciones y sus abuelos se está reduciendo.

Los avances en medicina han logrado aumentar las expectativas de vida de los ancianos, lo que sumado a la creciente masificación de la tecnología e internet han logrado que los ancianos pasen más tiempo activos y conectados.

Hasta hace poco tiempo atrás, los abuelos eran personas relegadas a un polvoriento cuarto en su casa o un hogar de ancianos. Hoy contrariamente, los abuelos son un grupo activo, políticamente comprometido y relevante para el mercado que ama a estos activos consumidores epicúreos y responsables pagadores.

No resulta extraño entonces ver a un abuelo o abuela marchando a favor de la protección del medio ambiente, (A todo esto, ¿Serán consientes los jóvenes organizadores que la huella de carbono de sus abuelos es la culpable de la actual situación del planeta?), practicando yoga o tai chi en un parque público, bebiendo en un restaurante de moda o conectados a sitios de citas románticas como Senior Date.  

Cuando jóvenes y ancianos se reúnen uno comprueba la inversión cultural que se produce entre ellos: gente joven vistiendo la ropa de sus abuelos (gabardinas, corbatas y camisas con cuello), mientras sus abuelos lucen mezclilla, jeans y poleras psicodélicas. Todo un caso de mimetismo cultural postmoderno.

Pero en parte esta influencia reciproca se origina en una tragedia: especulación inmobiliaria, la falta de casas disponibles y costos de arriendos exorbitantes, que hacen cada vez más difícil a los jóvenes dejar la casa de sus padres lo que implica que los abuelos, que viven ahí, son una influencia involuntaria y permanente en la vida de sus nietos. Y esta influencia se expresa además en que por lo general los abuelos se pueden permitir un esquema valórico mucho más permisivo que el que existe entre padres e hijos. Claro, ellos vienen de vuelta, ya vivieron el lado amargo de la responsabilidad y ahora se pueden permitir una tierna y relajada simpatía anarquista.  Esto por lo general es apreciado por las jóvenes generaciones que encuentran apoyo político en ellos.

Como resultado de este contubernio ideológico entonces lo que tenemos es que los caballitos de batalla de la agenda liberal-milenial Europea como el género, raza, sexualidades alternativas, animalismo, cambio climático, lenguaje inclusivo, decolonización, apropiación cultural, antirracismo, veganismo, and so on… son compartidos por abuelos y nietos. Los primeros porque idealismo y juventud son sinónimos y los segundos porque, en el fondo, ya no tienen nada que perder.

Los jóvenes milenials liberales se harán viejos, cargarán con sus preferencias ideológicas y tratarán de hacerlas realidad como lo hicieron antes que ellos sus abuelos con el divorcio, la pastilla anticonceptiva, la paz mundial y el naturismo y, finalmente, llegará el momento en que recordarán a sus abuelos y, como ellos ahora, ya no tendrán nada que perder.


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