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El trabajo responde a la Esfinge de Tebas con una historia

Ángel Marroquín

El trabajo ha cambiado desde que comenzó la pandemia de Covid19. Cosas que antes eran extrañas pasaron a ser normales. El teletrabajo, las reuniones vía Zoom o el cierre de algunas fuentes de trabajo, llegaron para quedarse.

Mientras tanto cada país hace lo posible para retornar cuanto antes a los niveles de productividad pre crisis y para apoyar a aquellos sectores económicos como el turismo, hoteles y restaurantes, que han tardado más que el resto en abrir sus puertas a los clientes.

Hasta ahora todo el mundo se muestra optimista y quienes han podido ahorrar, se preparan a gastar el dinero en vacaciones en el extranjero, refaccionar sus casas, o abarrotar los centros comerciales recién abiertos. Los accionistas  se soban las manos pensando en sus ganancias futuras y el fin de este mal rato financiero.

En este contexto es difícil predecir la dirección en la que se va a mover el mundo del trabajo y si lo hará en una forma diferente a la que conocemos: empleos físicamente extenuantes, precarios y mal pagados para los pobres, inmigrantes y marginados de siempre. Empleos altamente competitivos, de celebridad efímera, cognitivamente exigentes e igualmente precarios para la clase media y lujo gerencial para el 1% restante.

Lo que sí sabemos es que el mundo del trabajo no será el mismo después del profundo cuestionamiento existencial del que ha sido objeto durante las cuarentenas pasadas. Mal que mal hemos todos tenido tiempo para pensar cosas importantes de nuestra vida: si nos gusta o no nuestro actual empleo, si amamos o no a nuestra esposa o esposo y si soportamos o no a nuestros hijos como para seguir viviendo con ellos. Las respuestas a estas interrogantes están ahí y han revelado la manera en que todos nos manteníamos funcionando en piloto automático antes del Covid 19. (Spoiler Alert: Sí, aumentaron los divorcios, la violencia intrafamiliar y el consumo de alcohol, antidepresivos y drogas). Pero volvamos al tema.

¿Estoy dispuesto a vender mi tiempo y mis talentos para hacer más ricos a los dueños de esta empresa?, ¿Es posible vivir de una manera diferente a esta que me lleva cada día del trabajo a la casa y viceversa?, ¿Cómo puedo hacer para trabajar sin que el trabajo domine toda mi vida familiar?

En este punto, el trabajo se enfrenta ante la esfinge de Tebas para que esta libere a su país de una pestilente plaga que tiene a sus siervos esforzados, adoradores entusiastas y empleados del mes en un estado calamitoso.

El trabajo debe responder a esta pregunta:

¿Para qué seguir trabajando en un mundo que se muere?

El trabajo responde entonces contando esta historia:

Recientemente ha sido desarrollado un sensor de panales de abejas. Este sensor informa en tiempo real la temperatura, la humedad, el movimiento y el sonido al interior de los panales. Si la temperatura es muy alta al interior del panal las abejas dejan de producir miel e intentan enfriar el panal a través del movimiento de sus alas. El sensor ayuda a los dueños de los panales a mantener la temperatura a un nivel óptimo que permita a las abejas no distraerse y trabajar hasta morir en la producción de miel.

La esfinge se desvanece, la ciudad es liberada de la peste y todo vuelve a la normalidad.

Photo: Ben Gilbert / Insider https://www.businessinsider.com


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