Ángel Marroquín
A y B se encuentran internados en un hospital. Ambos se encuentran en sus últimos días de vida gravemente enfermos. A ambos se les dio información realista acerca de su estado y las opciones de tratamiento. No hay salida y lo saben. Ambos se enfrentan a la muerte con los ojos abiertos, podríamos decir. Ambos saben que morirán.
Que la situación no tenga salida ¿Es motivo para no tener esperanza?
A piensa que tener esperanza no tiene sentido y aguarda la muerte con una serenidad aparente. Se le quiebra la voz y le tiemblan las manos mientras piensa una y otra vez en “Qué hizo para merecer esto” o “Qué diablos estoy haciendo aquí y no en una orgía”. B tiene esperanza y piensa que hay una salida. Concentrado en el vaso de agua que tiene a mano, da gracias por los minutos que le quedan mientras espera el fin.
A y B representan los polos en los que oscilamos todos cuando pensamos en las consecuencias del calentamiento global: cambio climático, pérdida de biodiversidad, el derretimiento de los glaciares, la sobre población, aumento en el nivel del mar, los efectos de la erosión del suelo, contaminación del agua, disminución de precipitaciones, olas de calor etc. A y B están jodidos y lo saben, sin embargo, hay una diferencia en el punto de vista de cada uno de ellos.
¿Cuál es esa diferencia y por qué importa?
La diferencia es que mientras A no tiene esperanza, B la tiene. ¿Por qué importa? Importa porque el enfoque de A se asemeja a una calle de dirección única: una y otra vez refuerza la idea que no se puede hacer nada, que estamos acabados, que solo debemos esperar y morir. Hacer estoy hoy cuando las redes sociales están saturadas de mensajes negativos acerca de la crisis climática es como encender un fosforo en medio de un depósito de gasolina. Las consecuencias de esto son claras para quienes vivimos este mundo post Covid: multitudes enloquecidas se abalanzan sobre el papel higiénico, pasta de dientes y shampoo en los supermercados. En otras palabras puro y simple caos asociado al fin del mundo.
La propuesta de B no solo parece menos patética sino que más práctica también. Reforzar la idea que no hay salida es una forma de crear lo que se llama una profecía auto-cumplida, que vendría a ser como aumentar la velocidad solo para chocar con mayor fuerza contra un muro. Contrariamente la aproximación de B tiene que ver con la esperanza y eso importa hoy más que nunca.
La esperanza nos da poder y eso importa porque la última palabra no ha sido dicha y eso abre una brecha en la que sujetarnos mientras colgamos del precipicio. La esperanza importa porque nos da poder para impulsar a otros a cambiar, motivarlos a salir del círculo vicioso de la apatía. La esperanza de B importa porque nos sitúa en el presente y ralentiza el avance, nos dota de un margen en el que actuar, en el que cambiar, en el que ver, en el que volver a empezar, volver a la vida, arrepentirte. Llámalo como quieras, ese momento es ahora e importa. Todo se juega en este momento en realidad.
Mientras tanto A y B siguen en la sala de espera del hospital y nosotros seguimos con ellos en medio de una película de desastres naturales que se llama La Caja de Pandora y que nos parece que terminará con una gran explosión en la el mundo volará en pedazos.
(c) Photography by Sebastián Silva. https://la-periferia-interior.tumblr.com/
Leave a Reply